Cuando dos ondas interfieren constructivamente o destructivamente la intensidad de la onda resultante varía y por tanto la energía que transporta. Si interfieren constructivamente la intensidad de la onda resultante es mayor que la suma de las intensidades de cada una de las ondas que interfieren, y cuando interfieren destructivamente puede llegar a anularse y por tanto desaparecer las ondas. La energía ha de permanecer constante, no se crea ni se destruye (si no fuera así se violaría el principio de conservación de la energía); lo que sucede en este caso es que la energía que transportan las ondas se redistribuye.